La última encuesta global de McKinsey & Company revela una paradoja sorprendente: mientras nueve de cada diez empleados recurren a la inteligencia artificial en sus tareas diarias, apenas un 13 % sitúa a su compañía como una pionera en la adopción formal de esta tecnología. El contraste entre el entusiasmo individual y la lenta integración organizacional plantea riesgos para la competitividad empresarial en un entorno que exige velocidad y adaptación.


La paradoja de la adopción de la IA en las empresas

El estudio destaca que la expansión de la inteligencia artificial generativa ha sido vertiginosa en los últimos meses. El 90 % de los trabajadores utiliza IA para redactar correos, analizar datos o automatizar procesos rutinarios, y el 21 % se considera usuario intensivo. Sin embargo, solo una minoría ve a su empresa como “early adopter”. Este desfase sugiere que, aunque la IA ya forma parte de la caja de herramientas diaria, muchas organizaciones no han definido una estrategia clara para institucionalizar su uso.

Las áreas operativas suelen liderar la incorporación práctica de la IA, mientras que la alta dirección y los procesos formales se muestran reticentes. Esta desigualdad entre niveles jerárquicos puede frustrar el aprovechamiento global del potencial de la tecnología, generando silos de conocimiento y frenando la innovación a escala.


La brecha generacional y de mentalidad

El informe identifica un fenómeno generacional crítico: los empleados jóvenes, denominados “AI natives”, experimentan con la tecnología de forma natural. Redactan informes, programan código e interpretan grandes volúmenes de datos a través de herramientas como ChatGPT o plataformas de análisis automático sin necesidad de supervisión constante.

En contraste, directivos y líderes suelen centrarse en aspectos como la privacidad, el coste y la gobernanza de la IA. Su enfoque regulatorio, aunque necesario para mitigar riesgos, puede convertirse en un obstáculo cuando se dilata la aprobación de proyectos o se priorizan manuales extensos por encima de soluciones ágiles.


Riesgos para la competitividad

Cuando los empleados adoptan soluciones de IA de forma autónoma, surgen iniciativas aisladas que difícilmente escalan. Sin una hoja de ruta corporativa, los beneficios permanecen en proyectos puntuales y no se traducen en ventajas sostenibles, como:

  • Eficiencia operativa uniforme en toda la organización.
  • Mejora continua de procesos basada en datos reales.
  • Integración de aprendizajes para evolucionar políticas internas.

Al no capitalizar los éxitos individuales, las empresas corren el riesgo de ver cómo su sector avanza hacia modelos de negocio más inteligentes sin ellas.


Recomendaciones para acelerar la adopción estratégica

McKinsey propone una serie de prácticas concretas para cerrar la brecha entre el uso individual y la integración organizacional:

  1. Fomentar un “jardín” de innovación
    Crear espacios controlados donde los empleados puedan experimentar con IA. Institucionalizar proyectos exitosos, tal como hizo un banco asiático que redujo un 50 % sus tiempos de desarrollo al formalizar iniciativas internas.
  2. Incentivar el aprendizaje colaborativo
    Recompensar no solo el uso de herramientas, sino la enseñanza y la transferencia de conocimientos. Bonos, reconocimientos públicos o días dedicados a compartir hallazgos ayudan a construir una cultura de IA sostenible.
  3. Implementar pilotos ágiles
    Diseñar experimentos con hipótesis claras y plazos cortos. Analizar resultados de forma transparente para identificar rápidamente qué funciona y qué no, replicando en grande las pruebas exitosas.
  4. Celebrar logros con criterio
    Distinguir entre pruebas prometedoras y resultados concretos. Valorar tanto el éxito como el fracaso, enfocándose en las lecciones aprendidas para evitar repetir errores.

Hacia una cultura empresarial centrada en la IA

Superar la brecha de adopción requiere un cambio de mentalidad que involucre a todos los niveles. Los líderes deben equilibrar la regulación con la agilidad, mostrando su propia curva de aprendizaje. Al compartir públicamente sus progresos, envían un mensaje claro: la IA no es solo una herramienta técnica, sino un foco estratégico para impulsar la innovación y la competitividad.

Las empresas que consigan alinear la curiosidad de sus “AI natives” con una visión corporativa madura estarán mejor preparadas para afrontar los retos de un mercado global cada vez más dinámico.


Al cerrar la brecha entre el entusiasmo individual y la estrategia organizacional, las compañías pueden transformar la adopción de la IA de iniciativas aisladas a palancas de crecimiento sostenido. Este cambio no solo garantiza mayor eficiencia, sino que fortalece la posición competitiva en la era de la inteligencia artificial.